Historias de luto y fiesta en el apeadero de La Macetúa ¡Si las vías hablaran!

Manuela Caballero González

En agosto de 1864 hacía su entrada la primera locomotora en la Estación de Ferrocarril de Cieza. Tras muchas vicisitudes se estaba poniendo en marcha la línea construida por la compañía MZA, que partiendo de Chinchilla llegaría hasta Cartagena. En ese trayecto atravesaba muchos pueblos, Hellín, Calasparra, Minas de Cehegín, Abarán, Alcantarilla, entre otros muchos. Además de las Estaciones se construyeron apeaderos, instalaciones ferroviarias que permitían el acceso de los viajeros a los trenes, pero sin la gran infraestructura que precisaban éstas.

En el tramo de vía férrea entre Cieza y Calasparra existe todavía uno que conoció mejores tiempos, el apeadero de la Macetúa, que toma su nombre del paraje donde está enclavado. En la actualidad podemos apreciar que en dicho paraje proliferan los cultivos de árboles frutales, pero para hacernos una idea de cómo eran las tierras que rodeaban a la pequeña estación, podemos recurrir a la descripción que el poeta Vicente Medina hace de él en su Patria Chica: “En los secanos cuyas tierras son fuertes, es donde más se dejan sentir los desastrosos efectos de la sequía. Tales son en la parte de Cieza los parajes Venta del Olivo, Fuente del Judío, extensas llanuras de Cajitán, La Herrada, El Horno, La Macetúa, El Quinto y el Madroñal”.

Estas instalaciones daban un servicio importante a las poblaciones, influyendo en el desarrollo y expansión del tren, medio de locomoción que revolucionó tanto la industria como el transporte de personas y mercancías. En nuestro caso dio buenos servicios a los trabajadores de la localidad y alrededores que se desplazaban por este medio a las fincas ubicadas en esos parajes, así como a los viajeros que llegaban hasta allí por los pésimos caminos vecinales que unían Cieza con el suburbio de la Macetúa.

 A día de hoy se ha convertido en uno de los puntos claves para admirar la floración de esos árboles frutales, siendo motivo de bellas fotografías y comentarios nostálgicos sobre su abandono y paulatino deterioro cuando su función dejó de ser considerada necesaria. Las decisiones con connotaciones económicas o logísticas lo dejaron varado junto a las vías, viendo pasar sin detenerse lo que en un tiempo hizo de él un hervidero de vida.  Porque este edificio fue mucho más que un simple punto de intercambio y tiene muchas historias, como tantos otros a lo largo de nuestra geografía que han perdido el tren, y que sin duda podrían haber tenido alguna utilidad.

En este pequeño artículo tan sólo he recogido algunos episodios, unos alegres otros luctuosos, que un día llevaron a nuestro apeadero a salir en la prensa, vivencias que conoceremos como si retrocediésemos en el tiempo, imaginándonos ser los ciezanos que leyeron estas noticias hace más de un siglo. Concretamente una de ellas servirá para subir a un tren de la época, recrear el trayecto, conocer una finca cercana al apeadero y saber cómo se divertía un grupo de jóvenes ciezanas de familias acomodadas muy conocidas en la localidad.

Agosto de 1874. En el Juzgado de Cieza se cita a quienes tienen derecho a los efectos “que han quedado a la muerte desgraciada de Abelardo Blanco, de nación italiano” que trabajaba como operario en la vía férrea de esta ciudad. El accidente con fatal desenlace tuvo lugar el 20 de julio al caer desde el puente de La Macetúa según nos cuenta La Paz de Murcia.

Febrero de 1900. En las páginas de Las Provincias de Levante leemos que debajo del puente de La Macetúa, entre las estaciones férreas de Cieza y Calasparra, ha sido encontrado el cadáver de un hombre, que el Juzgado ha identificado como el joven Joaquín García Sánchez de 21 años, natural y vecino de Cieza que pertenecía al 11ª Brigada de trabajadores de aquella vía. Según el informe “el referido joven fue atacado de un accidente al pasar el puente” cayendo al fondo del mismo y muriendo en el acto.

Agosto de 1913. La Verdad de Murcia titula: Desgraciado accidente.

“El mixto ascendente alcanzó a un viajero entre La Macetúa y esta estación [Calasparra] el cual murió en el acto. Su nombre era Saravia y se dirigía a esa localidad para disfrutar de una corrida de toros”. No sabemos cómo les fue a los diestros, pero el desafortunado viajero sí que tuvo una mala tarde. Bastantes años después, concretamente en julio de 1944, ocurriría otro importante suceso. Entre las estaciones de Cieza y La Macetúa a la una de la madrugada estallaba la caldera de la máquina del tren correo de Cartagena a Madrid que había salido de Murcia a las diez y cinco, en la terrible explosión murió el maquinista y el fogonero, aunque “no hubo ningún herido entre los centenares de viajeros que ocupaban el convoy” acudiendo los primeros socorros desde las localidades vecinas, entre ellos una ambulancia de Cieza. Según cuenta el Diario Línea pudo haber sido peor ya que de la máquina sólo quedaron sobre la vía los juegos de ruedas y el resto de la locomotora fue lanzado muy lejos, quedando fuera de la vía el coche correo y dos vagones de pasajeros, derribando más de doce postes telegráficos. El caos fue grande y aunque los viajeros fueron trasbordados a otros medios, cerca del apeadero de La Macetúa quedaron detenidos numerosos trenes de mercancías, algunos con frutas y hortalizas frescas mientras las brigadas se afanaban por despejar las vías.

Pero también fue motivo de jornadas alegres, como por ejemplo la excursión realizada el día de San Antón de 1923 por un grupo de jóvenes pertenecientes a conocidas familias acomodadas de la población. Partieron de la Estación de Ferrocarril de Cieza con destino al apeadero, donde pasarían la jornada y creo que por la curiosa y detallada información merece la pena transcribir buena parte del relato que apareció en la prensa, permitiéndonos viajar en tren a La Macetúa en un trayecto que duraba apenas media hora y del que hoy nos separan casi 100 años.

El 21 de enero de 1923 Nueva Cieza publica el relato del viaje:

“Serían las nueve de la mañana, cuando nos reunimos en casa de la respetable señora Dª Ana Pérez, desde donde emprendimos la animada marcha, a la Estación. Llegamos a las diez y mientras esperábamos el tren, bailaron la primera jota las graciosas señoritas Micaela Ros y Carmen Marín-Ordoñez, acompañadas del entonado terceto formado por las señoritas Antonia Pérez, María Durá y Encarna Marín. Telefoneamos a la Macetúa avisando que llegábamos en el lujosísimo tren carreta, y el muy amable Sr. Jefe nos contestó en los siguientes términos: Esperamos impacientes la llegada de las señoritas excursionistas; mi hijo les hará con muchísimo gusto los honores debidos a tan distinguidas beldades”.

Al igual que a los lectores me llamó la atención como sería ese “lujoso tren carreta”. Se denominaban así a los que marchaban a poca velocidad y paraban en todas las estaciones, llamados generalmente mixtos, y en cuanto al lujo nos lo describe nuestra reportera.

 “A las once menos diez nos instalábamos en los confortables coches asientos de cuero repujado, y blandos muelles. Antes de partir el tren, apareció un paisajista, y no encontrando nada más natural que nuestras lindas figuritas, nos hizo unas cuantas fotografías”. Qué pena no tener ese documento. Aunque sí he podido recopilar las imágenes de alguna de ellas, sería interesante recuperar más. Pero sigamos que el tren está a punto de salir.

“También antes de partir, rezamos un padre nuestro a San Antón para que nos protegiera durante el viaje. A las once y veinticinco, el tren se puso en marcha y, sin habernos puesto de acuerdo, entonamos al unísono el sublime himno al Cristo de nuestros amores, terminando con un entusiasta ¡viva! Que salió del fondo de nuestros corazones. Los paisajes que desfilaron ante nuestros ojos durante el trayecto, no es posible describirlos. La frondosa vega ciezana, se dejó ver con toda exuberancia; no paramos un momento de charlar de cantar, hasta las doce menos diez, que dimos vista a la Estación.

El Sr. Jefe y su familia, esperaban en el andén y nos acogieron con una amabilidad sin límites. Enseguida nos dirigimos a la finca llamada “Cabezo Redondo” donde habíamos de pasar el día y para hacer apetito jugamos a la comba, bailamos y empezaron una partida de boli, las señoritas Pascuala Pérez, María Durá, Carmen Marín Ordoñez y Encarna Marín y María de Arce, Josefa Gómez y Enriqueta Moxó y Antonia Pérez resultando vencedoras las cuatro últimas. Terminada la partida la señorita Ramona Rubio, recitó la poesía ¡Pobre María! “.

Detenemos aquí un momento el relato de nuestra cronista para saber qué juego era ese del boli.

Investigando un poco encontramos que es un juego muy antiguo y puede tener otras denominaciones según el lugar dónde se practica, así lo podemos encontrar como Pic, Pala, Pita, Bólit, y digo se practica porque no es cosa del pasado ya que sigue siendo muy popular en muchos países entre ellos España, disputándose incluso campeonatos, concretamente Castellón acoge uno a nivel mundial, como vemos no ha caído en el olvido aunque ya no se vean a los niños practicándolo en la calle como era habitual.

Las herramientas son palas de madera que van sujetas por una cuerda a la muñeca del jugador, el Boli es un trozo de bastón redondo con punta tipo lápiz de olivo o naranjo y una piedra. Hay que contar con un amplio espacio en cuyo centro se sitúa el puesto de “pique” marcado con un cuadrado. Se colocaban dos jugadores frente a frente a unos 10 o 12 metros de distancia. El que restaba decía “boli” y el que servía decía “va” y golpeando con la pala un extremo del cilindro (boli) para que se separara del suelo, lo impulsaba con un golpe hacia el otro jugador que a su vez tenía que devolverlo sin que cayera al suelo. El que fallaba en la devolución perdía el tanto. No estaría mal recuperar antiguas formas de divertirse al aire libre, pero sigamos con nuestro relato, tras terminar el partido.

“De pronto oímos una infantil vocecita que gritaba ¡Mi abuelita dice que ya están los gazpachos! Era Federiquin de Arce, que salía de la casa seguido del colono, con la enorme sartén que colocó en medio de la era, alrededor de la cual nos fuimos acomodando. Fue una comida opípara; se derrocharon con profusión los más exquisitos y delicados manjares al final junto con los dulces y el café, se descorcharon unas cuantas botellas de champagne.

Una vez terminada la comida, emprendimos la ascensión al redondo cabezo que da su nombre a la finca, y allí encendimos una hoguera en honor al santo del día.

Después nos marchamos a la Estación donde continuaron los bailes y jolgorios, hasta que, de pronto nos vimos sorprendidas por la agradable visita de nuestras simpáticas amigas las señoritas de Parra y Brunton acompañadas de sus respectivos hermanos. Regresamos a la finca, donde doña Ana y su hija Dª Josefa Buitrago, hicieron los honores de la casa, obsequiando a los visitantes con una espléndida merienda.

Cuando la noche empezó a extender su manto tenebroso, nos agrupamos alrededor de la gran cocina de campaña, comentando los incidentes de día, hasta la hora de ir a tomar el tren. Las señoritas Josefa Pérez, Isabel Gómez, María Molina, Consuelo Sánchez, Pascuala Gómez y Braulia de Arce, nos distrajeron mucho con sus graciosas ocurrencias. En la Estación, mientras esperábamos el tren, el Sr. Jefe nos invitó a pasar a su casa, organizando en nuestro honor un baile con guitarra y bandurria. Su hija cantó unas jotas con artísticos gusto e ilimitada melodía. Un cuarto de hora después, llegamos a Cieza, dando gracias a Dios por haber transcurrido el día sin ningún incidente desagradable”. El texto publicado en Nueva Cieza es sin duda de una de las viajeras, pero no lo firmó, por lo que no sabemos el nombre de esta reportera en ciernes. La hemeroteca nos ha traído ecos de otros tiempos y le ha dado un poco de vida a esta ruina evocadora que ahora es el apeadero. También nos ha dado a conocer un tiempo en que el tren hacía posible viajar entre poblaciones cercanas de una manera que ahora no podemos disfrutar. No siempre es cierto el dicho “cualquier tiempo pasado fue mejor” pero en algunos casos sería bueno echar la vista atrás y reflexionar sobre si verdaderamente hemos avanzado en ciertas cuestiones o estamos en vía muerta.

Imagen 1.- Apeadero de La Macetúa en la actualidad. Archivo Santos-Caballero

Imagen 2.- Puente en las inmediaciones del apeadero de La Macetúa. Archivo Santos-Caballero

Imagen 3.- Noticia en Nueva Cieza. Archivo Municipal de Murcia

Imagen 4.- María de Arce. Archivo Municipal de Murcia

Imagen 5.- Braulia de Arce. Archivo Familiar

Artículo publicado por Manuela Caballero González en Crónicas de Siyasa con fecha: 14-5-2021, pp.4-5.

Del esfuerzo del ahorro al desarrollo de la industria: Francisco Guirao Marín

Pascual Santos López

Tiempos difíciles recorrían la España de 1872. Hacía poco que se había producido la Revolución de 1868, pero el pueblo seguía sufriendo hambre y sed de buen gobierno. Muy pronto se produciría la abdicación del rey Amadeo de Saboya y la proclamación de la Primera República Española. Un joven soldado ciezano, Francisco Guirao era destinado con 17 años al Regimiento de Artillería nº 1 de Madrid y justo un año antes de acabar su servicio militar un nuevo golpe de estado proclamaba la Restauración borbónica. En 1875 volvía a su tierra y se empleaba como vigilante de los montes públicos de Cieza, según nos cuenta su bisnieto Javier Martínez Alcázar.

Francisco Guirao Marín nacía en Cieza el 19 de julio de 1855 “a las ocho de la noche”. Hijo de Francisco Guirao Morote y Juana Marín Marín. Nieto de José Guirao, Catalina Morote, Francisco Marín y Elvira Marín. El 20 de agosto de 1880 se casaba con Manuela Ortega Moya y tendrían nueve hijos: Gertrudis, José María, Amparo, Pacífico, Alfredo, Francisco, Pilar, Salvador y Aurelio.

Francisco Guirao era conocido en Cieza como “Morote” y tras dos años de trabajar como guarda de montes es ascendido a jefe del Servicio de Vigilancia de los Montes Públicos, cargo que ejercería a lo largo de diez años haciendo amistad con otro guarda del mismo servicio, Mariano Martínez Montiel, también conocido como “Martinejo”. Los dos amigos eran jóvenes ambiciosos y decidieron que si lograban ahorrar 1.000 pesetas podrían iniciar algún negocio, como así sucedió. En 1885 Francisco y Mariano dejaban su trabajo y montaban cada uno un horno de pan.

La demanda de esparto para la fabricación de lazos aplicado al amarre de cajas de naranjas y para la industria papelera británica inició el auge de esta fibra. Con trabajo, esfuerzo y ahorro Francisco Guirao consigue instalar un almacén de esparto hacia 1890 en una casa adquirida en el Camino de Madrid, mientras mantenía su otro negocio, que en 1894 convertiría en una floreciente abacería en el número 35 de la calle Cánovas del Castillo, con la ayuda de su familia. En enero de 1902 aparecía ya en el número 25 del censo de mayores contribuyentes de Cieza, con una contribución de 430 pesetas, siendo el primero Antonio Marín Oliver con 2.960 pesetas y el último Joaquín Zamorano Rodríguez con 96 pesetas. Según su bisnieto, estar en esa lista no era cuestión baladí, pues la Ley de 8 de febrero de 1877 les permitía elegir, junto a los concejales, a los compromisarios para las elecciones al Senado. El 8 de noviembre de 1903 participaba en la política municipal, presentándose por el partido conservador al Concejo; tomando posesión del cargo en la sesión del 1 de enero de 1904 junto a otros concejales y como alcalde Diego Martínez Pareja. Francisco trabajó en la Comisión de Obras Públicas y Montes, presidida por el alcalde y con su gestión se mejoraron el control de las subastas de esparto en los montes públicos y el camino vecinal entre Cieza y Calasparra.

En esos años Francisco seguiría acrecentando sus negocios de abacería y almacén de espartos y viviendo en la calle Cánovas, ya que lo encontramos entre 1907 y 1918 contribuyendo por la abacería en Cánovas, 35 y en 1917 comienza ya con un torno de hilar esparto también en Cánovas, 35, pero en 1919 se muda a su casa del Paseo Marín Barnuevo, donde contribuye con una fábrica de jarcias y cables de esparto movida a mano, una fábrica de marañas de esparto y un torno. Justo en ese año de 1919 ya no aparece la abacería, puede que sus negocios de esparto le exigieran toda su atención. Además, sus hijos mayores ya le ayudaban: Gertrudis probablemente estaría en la abacería de su padre y José María Guirao Ortega aparece desde 1912 con otra abacería situada en la calle Padre Morote, 1, hoy calle Altozano. Abacería que mantendría hasta 1924. Su otro hijo Pacífico Guirao cotizaba en 1916 por venta de cordeles y sogas de esparto en Cánovas, 35.

En 1924 se producía el gran despegue de las empresas Guirao. Francisco Guirao instalaba una fábrica de conservas en Cieza y otra en Archena y una prensa mecánica para envases de hojalata en Cañada de la Horta para dar servicio a sus fábricas. También solicitaba ese mismo año una marca para distinguir conservas de frutas y vegetales, denominada “La campana” y justo al año siguiente sigue viviendo en el Paseo, pero la fábrica de jarcias, sogas y marañas de esparto y un torno movido a mano las pasa a la calle Cordovín, adquiriendo cuatro tornos más en 1926. En 1925 instalaba diez pares de mazos de picar esparto en Cañada de la Horta, que al año siguiente se convierten en catorce. Entre los años de 1923 y 1926 también cotiza por un pequeño camión para mudanzas de 2 HP domiciliado en el Paseo.

En 1928 Francisco Guirao tenía la mirada puesta en la exportación, por ello solicitaba su otra marca para conservas “Liberty” con la Estatua de la Libertad sobre un triángulo e inscrita en un círculo de sogas de esparto, con su nombre y la denominación de marca registrada en francés, preparada para el mercado internacional. Marca que modificaría al año siguiente por la definitiva y ya conocida “Guirao”, que le concedieron el 24 de mayo de 1929. Durante estos años las empresas Guirao conseguirían afianzarse en calidad y prestigio, llegando a ser una de las primeras firmas ciezanas.

Los acontecimientos revolucionarios en la España de 1934, en pleno segundo bienio de la Segunda República Española, también afectaron a las empresas ciezanas. Numerosas huelgas y atentados se produjeron en esa época. Aunque no se sospechó que fuera intencionado, el 26 de marzo de 1934 se iniciaba un imponente incendio en la fábrica de espartería de Francisco Guirao frente a la estación férrea, ardiendo dos naves con manufacturas de esparto y madera para la fabricación de cajas de conserva. “El pueblo entero acudió a ayudar a la extinción del incendio”, presentándose las autoridades y una sección con 17 bomberos de Murcia, que llegaron a la una de la madrugada y consiguieron extinguir las llamas por la mañana. El edificio y la mercancía estaban asegurados a todo riesgo y se calcularon las pérdidas en unas doscientas cincuenta mil pesetas.

También en plena Revolución de octubre, en la madrugada del 12 de octubre de 1934 explosionó una bomba de gran potencia en la casa del paseo de Francisco Guirao, produciendo desperfectos de consideración y rompiendo los cristales de la casa, con el consiguiente susto a la familia y vecinos. También se pegaron en puntos visibles del pueblo pasquines escritos a máquina incitando a la rebelión, siendo arrancadas por los guardias y haciéndose venir a Cieza una batería del sexto ligero de Artillería de la guarnición de Murcia, para contribuir al sostenimiento del orden.

Como sabemos, en 1936 llegaría la Guerra Civil, aunque Francisco Guirao Marín no la vería, pues moría de un colapso cardiaco el 1 de octubre de 1935 a los 81 años de edad. A su muerte, su esposa e hijos registraron su fallecimiento en el registro de empresarios el 4 de diciembre de 1935 y declararon continuar con las operaciones mercantiles de su padre, manteniendo su nombre comercial y conviniendo que su firma sería llevada indistintamente por sus hijos varones José María, Pacífico, Francisco, Salvador y Aurelio. Al año siguiente y declarando comenzar sus actividades el 1 de abril de 1936, la empresa pasaba a denominarse “Sucesor de Francisco Guirao Marín”, cuando su hijo José María se registraba como empresario individual. En aquel momento la empresa contaba con fábricas de conservas movidas por fuerza mecánica en Cieza y Archena, dos juegos de prensas de envases para la conserva, fábrica de espartos en Cieza con 24 pares de mazos de picar, 16 ruedas de hilar, un torno de retorcido mecánico y venta al por mayor de artículos de esparto. En mayo del mismo año se renovaba también la concesión de admisión temporal de hojalata en blanco sin obrar a nombre de la nueva entidad mercantil. En el censo industrial de Cieza de 1939 la empresa aparece como la primera en capacidad de empleo con 416 trabajadores en plantilla. Al año siguiente la empresa cambiaría su denominación a “Guirao Hermanos y Compañía”, comenzando una nueva etapa en la historia de esta empresa familiar, pero esa será contada en otra ocasión.

Figura 1.- Retrato de Francisco Guirao realizado por su hijo Salvador Guirao. Archivo de Javier Martínez Alcázar

Figura 2.- Anuncio de Francisco Guirao Marín en 1922. Archivo Municipal de Murcia

Figura 3.- Marca La Campana. Archivo Histórico de la Oficina Española de Patentes y Marcas

Figura 4.- Marca Liberty. Archivo Histórico de la Oficina Española de Patentes y Marcas

Figura 5.- Marca Guirao. Archivo Histórico de la Oficina Española de Patentes y Marcas

Artículo publicado por Pascual Santos López en Crónicas de Siyasa, 23-4-2021, pp. 4-5.

Proyecto de investigación para 2º de la ESO en el IES Diego Tortosa: Ruta de Arqueología Industrial y Comercial

Aunque llevará varios años, mis alumnos de 2º F ESO de la materia de Iniciación a la Investigación del IES Diego Tortosa tienen bastante avanzado el proyecto de investigación “Ruta de Arqueología Industrial y Comercial de Cieza”. Este proyecto lo realizan los alumnos buscando información histórica sobre antiguas fábricas y comercios de Cieza, para poder subir a Google Earth las descripciones, fotos, audios para invidentes y vídeos, que graben los alumnos, sobre la historia de esos lugares, aunque ya no existan o sólo queden vestigios.

Google Earth tiene la posibilidad de la geolocalización, donde quedarán referenciadas antiguas industrias y comercios, como la Almazara de la Casa Grande, la fábrica de conservas de Joaquín Gómez Martínez “el Gallego”, la completa fábrica de harinas del Molino de Teodoro o la fábrica de jabón de Aniorte, entre muchos otros. Colaboran con el proyecto el Centro de Estudios Históricos Fray Pasqual Salmerón y la Biblioteca Padre Salmerón de nuestra ciudad. La actividad también se engloba dentro del proyecto de innovación educativa que está llevando a cabo la profesora María Parra, que se titula Leyendo en QR, donde sus alumnos trabajan investigando el nombre de las calles.

Los estudiantes cuentan ya con la ayuda de muchas publicaciones y noticias existentes en Internet sobre el patrimonio industrial y comercial de Cieza, como el blog de Joaquín Gómez Carrillo El pico de la Atalaya, el blog del proyecto Ingenio y Técnica en la Región de Murcia de Manuela Caballero y Pascual Santos o los artículos de la revista Andelma del Centro de Estudios Históricos, entre otros medios y periódicos. Desde aquí animamos a todo el pueblo a enviar fotos antiguas y noticias inéditas sobre industrias y comercios de sus familias al correo electrónico del Centro de Estudios Históricos estudioshistoricosfraypasqual@gmail.com para que se pueda hacer cada día más grande la historia de nuestra ciudad.

José Morote Lucas. Manufacturas de esparto marca “El Murciélago”

Pascual Santos López

En 1922 José Morote instalaba su fábrica de jarcias de esparto movida a mano en la calle Libertad, hoy Camino de Murcia. Era una fábrica modesta y no contaba con mazos de picar esparto, por lo que debía comprar el esparto majado o rastrillado a otros fabricantes. En 1938 se trasladaba al Zaraiche y ya contaba con 6 ruedas de hilar esparto y 1 torno de retorcido, que tampoco era mucho comparado con otros industriales ciezanos del momento, como por ejemplo José García Silvestre, que poseía 28 ruedas de hilar. Dos años más tarde se pasaba a la zona del Ensanche y sigue teniendo 6 ruedas de hilar, pero había conseguido otro torno.

Justo un año después de iniciar su andadura empresarial, nuestro industrial se casaba con la señorita María Valchs Gómez. El viernes por la noche del 14 de diciembre de 1923 en la Iglesia Rectoral de San Joaquín, contraían matrimonio. Terminada la ceremonia se sirvió a los invitados un refresco en casa de la novia con dulces, habanos y licores. Esa misma noche la pareja partía de viaje de novios para Madrid en el tren correo. El hijo de la pareja, el abogado José Morote Valchs, es elegido en 1970 concejal de Cieza y llegaría a ser alcalde de nuestra ciudad en 1976.

Desde el comienzo de su negocio José Morote Lucas tendría visión comercial, pues encontramos una factura, fechada el 7 de junio de 1922, donde aparece ya en su membrete el murciélago marca de la casa y debajo de su nombre la leyenda “Grandes Fábricas de Espartería”. Además, podía servir “Cuerdas de Esparto de todas clases, para usos marítimos, agrícolas e industriales. Espartos en Rama y Picados. Serones, Seras, Aguaderas, Espuertas y Pleitas” y fabricaba cañizos para cielos rasos.

Al principio, la marca no estaba todavía registrada en la Oficina Española de Patentes y Marcas. Pensemos que registrar una marca suponía dinero y burocracia que no saldría nada barata para una empresa que estaba empezando. En aquel momento el dibujo de la marca era bastante simple, como el que se muestra en la carta comercial de los años 30, aunque cuando solicitó su marca en diciembre de 1945 ya estaba más perfeccionado. Registro que le concedieron el 14 de noviembre de 1946. Con su marca, José Morote, quería distinguir toda clase de manufacturas de esparto.

En la década de los cuarenta encontramos varios cambios en la situación de la fábrica del industrial ciezano. Probablemente porque mantenía las 6 ruedas de hilar y los 2 tornos de retorcido, con los que era fácil mudarse. Para 1940 estaba en el Ensanche. Entre 1943 y 1946 en la Cañada de la Horta y en 1947 en Calvo Sotelo, que nuestro amigo Antonio Ballesteros sitúa en la actual Gran Vía. En la década de los cincuenta lo encontramos ya en su destino definitivo, calle Víctor Pradera, 1. Lo que hoy es la calle José Planes.

El 18 de marzo 1947 José Morote solicitaba inscribir su fábrica de hilados en el Registro del Censo de Inspección Industrial. Valorando el capital total de la empresa en 35.000 pesetas. Con 6 ruedas de hilar manuales y una bobinadora mecánica con motor de 2 CV. Además de 7 empleados, contando a 1 mecánico, 5 obreros y 1 obrera. En 1951 es elegido vocal en las elecciones sindicales provinciales del Grupo de Industrias del Esparto, Subgrupo Hilado Manual, junto a otros dos empresarios, José María Guirao Ortega y Pedro Castañeda Agúndez.

Seguramente, debido a las diferentes crisis del esparto, José Morote estuviera ya pensando en cambiar de negocio, pues en 1952 lo encontramos como representante exclusivo para Cieza, en Hoyos, 23, del sulfato amónico que comercializaba la empresa AGRISA, Auxiliares de la Agricultura, S.A. En una tierra agrícola como la nuestra era una opción bastante lógica y por escritura pública de 31 de diciembre de 1954 vendía su fábrica de espartería, sita en Víctor Pradera, 1, al empresario Alfredo Aroca Bermejo. El cual a su vez la traspasaba en 1958 a Luis Molina González.

El esfuerzo de Luis Molina no se hizo esperar y en julio de ese mismo año ampliaba su fábrica de hilados y rastrillados de esparto, valorada en 128.500 pesetas, con 8 ruedas de hilar con motor de 1/2 CV, por valor de 64.000 pesetas. 1 bobinadora con motor de 1 CV, 4.500 pesetas y 3 rastrillos electromecánicos de 2 CV cada uno, 25.000 pesetas; sumando el total de la ampliación 93.500 pesetas. Potencia total instalada de 11 CV suministrada por la compañía Eléctrica del Segura, S.A. La duración anual de la campaña era de unos 300 días de enero a diciembre, con un personal que contaba con 1 mecánico, 14 empleados varones, 8 mujeres y 8 menores de edad. La materia prima estimada era de 150.000 kg de esparto anuales, valorados en 936.000 pesetas, que producirían cada año 115.500 kg de cordelería de esparto de distintos números, valorados en 1.800.000 pesetas. Ampliación que solicitaba legalizar ante Industria el 13 de octubre de 1959. La que fue aprobada por contribuir al beneficio de las economías privadas, estimular la colonización de tierras y evitar la erosión del terreno.

La crisis del esparto fue tan grande que Luis Molina solicitaba el 9 de agosto de 1961, ante la Delegación de Industria de Murcia, la suspensión definitiva de su industria de hilados y rastrillados de esparto con despido de 1 obrero único por crisis económica y de trabajo. Nuestro amigo Joaquín Gómez Carrillo nos cuenta que en la calle Víctor Pradera, 1, hoy José Planes, 1, justo donde se encuentra el SuperDumbo, estaba en los años setenta la fábrica de esparto de los Vidales. Seguramente, la familia Vidal compraría la fábrica a Luis Molina para dedicarse a los hilados y al comercio de trapos. Por tanto, sorprende pensar que si éstas fueron las vicisitudes de una sola fábrica de Cieza, cuanta Historia Industrial y Comercial queda por contar en nuestra ciudad.

Publicado por Pascual Santos López en Crónicas de Siyasa el 12 de marzo de 2021, p. 3.

Industrias e Innovaciones de los Hermanos Tornero Escribano

Pascual Santos López

José María Tornero Escribano, 1929. Archivo familiar

Los hermanos Tornero Escribano eran cinco: Eulalio, José María, Amelia, Ángel y Jesús. Por el certificado de nacimiento de Eulalio, nacido en Blanca el 6 de marzo de 1903, sabemos que sus padres fueron: Domingo Tornero Gómez y Pilar Escribano Cano. Sus abuelos paternos: Jesús Tornero Gómez e Isabel Gómez Gómez, ambos naturales de Abarán y los maternos: Francisco Escribano Núñez y María de los Ángeles Cano Molina, naturales de Blanca. Cuando nació su segundo hijo, José María, el 22 de septiembre de 1907, la familia ya estaba en Abarán.

Las medidas proteccionistas de los años cuarenta incentivaron la apertura y ampliación de numerosas fábricas de manufacturas de esparto. Según nos cuenta Domingo, hijo de José María, su padre y su tío Eulalio ya se dedicaban al picado del esparto antes de la guerra. Comenzaron en una nave que tenía su padre y que partieron para instalar cada uno su fábrica. Eulalio aparecía como patrono de picadoras de esparto en una noticia fechada el 1 de junio de 1932 y José María compraba esparto en Hellín antes de la guerra. Ángel, más conocido en Abarán por Carmelo, también dirigiría su propia fábrica de esparto. De hecho, el apodo que tenían los hermanos era José María y Carmelo “de los mazos”.

Fachadas de las fábricas de José María (izquierda) y Eulalio Tornero. Archivo familiar

En el periódico Línea del 23 de septiembre de 1941 los hermanos Tornero anunciaban sus fábricas de esparto. José María “Esparto majado para lías de todas clases de hilados (Puente)” y Eulalio sólo se anunciaba como fábrica de majar esparto, pero al año siguiente ya explicaba que producía “esparto majado para yuteras, usos agrícolas y toda clase de hilados”, añadiendo el nombre de su empresa: Nuestra Señora del Pilar. Para la Feria y Fiestas de 1945 José María añadía al anuncio de su fábrica de majar esparto, los hilados y trenzados de esta fibra y la dirección D. Gómez, 19. El 18 de noviembre de 1946 Eulalio registraba, en la Oficina Española de Patentes y Marcas de Madrid, su marca de fábrica. Una “E” mayúscula en color rojo para distinguir sus manufacturas y picado de esparto.

Anuncio de la fábrica de Eulalio Tornero, 1945. Archivo Municipal de Murcia

Justo después de la guerra José María sería alcalde de Abarán. Su mandato se inicia el 28 de marzo de 1939, con una situación muy difícil de falta de abastecimiento y otros problemas humanos derivados de la contienda civil. Seguramente las necesidades de consumo de la villa le darían la idea de nuevos negocios, ya que a finales de la década de los cuarenta los emprendedores hermanos Tornero deciden instalar una fábrica de hielo y una cámara frigorífica cerca del mercado para dar servicio a los comerciantes de Abarán. En mayo de 1950 existe petición en la Delegación de Industria de Murcia por Eulalio Tornero para instalar dicha factoría de hielo en Abarán con una producción aproximada de 2.000 kilogramos en 24 horas y justo al mes siguiente otra petición del mismo para instalar la línea eléctrica de 32 metros de longitud a 4.500 voltios y un centro de transformación de 10 KVA que daría servicio a la industria citada.

Carta comercial de José María Tornero dirigida a Antonio Romero García de Teruel en 1948. Archivo Santos-Caballero

Eulalio murió joven y la fábrica de hielo quedaría a cargo de su hermano y socio José María. Su hijo Domingo nos cuenta cómo ayudaba a su padre y cómo abastecían asiduamente al ferrocarril las barras de hielo, que metían entre paja de arroz para que sirviera de aislante. También fabricaban polos y Domingo y sus hermanos ayudaban en el envasado, aunque su padre decía que no le salía rentable, pues comían más que producían. Además, servían a domicilio y sobre todo a los bares para refrigerar los serpentines de cerveza, que dicho de muchos mayores le daba la temperatura perfecta a la bebida. Yo recuerdo de niño que me gustaba ver cómo los repartidores manipulaban y partían las barras de hielo que llevaban envueltas entre sacos de yute y vendían para las neveras que teníamos en casa.  En junio de 1953 encontramos otra petición de nueva industria en Abarán a nombre de los dos hermanos: José María y Eulalio, para instalar la cámara frigorífica que hemos comentado, cuyo objeto sería la conservación de alimentos en general, con una entrada diaria de 300 a 400 kilogramos y una capacidad de almacenamiento de 3.000 a 4.000 kilogramos de producto. El capital total invertido sería de 55.000 pesetas.

Máquina patentada por el ingeniero abaranero Luis Tornero Templado en 1956. Archivo Histórico de la Oficina Española de Patentes y Marcas

Las peligrosas e insalubres condiciones de trabajo exigidas por las bandas de mazos de picar esparto y posibles mejoras en la producción y eficiencia obligaron a los empresarios a realizar innovaciones tecnológicas en la maquinaria de majar esparto. A mediados de los años cincuenta comenzarían a imponerse las máquinas de rodillos. De hecho, el Estado en 1959 prohibía totalmente el trabajo de picar esparto con mazos. Por supuesto, los hermanos Tornero estaban bien atentos a esas innovaciones, por eso su primo, Luis Tornero Templado, ingeniero industrial afincado en Almería y prolijo inventor, visitaba mucho a José María y diseñó una máquina de rodillos de majar esparto que probaron y desarrollaron en la factoría de José María. En 1956 Luis Tornero registra su nueva patente con el título: “Una máquina para el tratamiento de plantas textiles para usos industriales”. Pero el empresario no estaba contento con su rendimiento y se decidió por adquirir una majadora de rodillos verticales que fabricaba el constructor de maquinaria lorquino Juan Mouliaa Parra.

Anuncio de la fábrica de Ángel Tornero. Archivo Municipal de Murcia

Como hemos dicho, Ángel (Carmelo) Tornero Escribano regentaría su propia fábrica de hilados y trenzados de esparto, llegando también a ser como su hermano alcalde de Abarán en 1951. Ángel se casó con Gloria Gómez Pascual, hija del también industrial del esparto y de frutas Clemente Gómez Ortiz y formó una Sociedad Regular Colectiva con su suegro y su cuñada María. La sociedad recibió el nombre de: “Ángel Tornero Escribano y Compañía, SRC, Sucesores de Clemente Gómez Ortiz” y comenzó sus operaciones el 11 de octubre de 1955. El capital social era de 300.000 pesetas y el domicilio estaba en la calle Capitán Cortés, 6 de Abarán, siendo el objeto de la sociedad la compraventa de espartos, machacado e industrialización de dicha fibra y otras, inclusive la importación de cualquier fibra exótica. Además, la compraventa, exportación e industrialización de frutos frescos y secos del país, incluyendo otras operaciones auxiliares como el transporte y la confección de envases.

Máquina patentada por el industrial Ángel Tornero en 1961. Archivo Histórico de la Oficina Española de Patentes y Marcas

En 1961 Ángel Tornero patentaría una máquina de majar esparto mediante rodillos, similar a la de su primo Luis. La patente se titulaba: “Nueva máquina para el tratamiento de plantas textiles que se destinan a usos industriales”. Tenía husillos de apriete para los muelles tensores y cojinetes con guías que permitían bascular a los rodillos cuando pasaba el esparto entre ellos. El objeto de esta máquina, como otras similares, era eliminar la parte leñosa de la planta sin dañar su fibra útil, como bien explicaba su inventor en la memoria de la patente. No sabemos qué rendimiento tuvo esta máquina pero seguro que haría su papel en el trabajo del industrial.

La década de los sesenta sería ya el final de muchos negocios de esparto, aunque sabemos que en el 73 Ángel todavía seguía trabajando por el periódico Línea del 26 de mayo de 1973, que anunciaba el incendio en la fábrica de espartos de Cieza, propiedad de Ángel Tornero, situada en el paraje de Bolvax. Según nos cuenta su sobrino Domingo allí tenía una balsa de macerar esparto y algunos almacenes. No dice nada la noticia sobre los daños materiales que tuvieron lugar. Hombres inteligentes y esforzados empresarios los hermanos Tornero Escribano contribuyeron con sus industrias, junto a otros muchos, al desarrollo comercial e industrial de Abarán.

Artículo publicado por Pascual Santos López en la revista de Feria y Fiestas de Abarán, 2019.

Mujeres emprendedoras que aprovecharon el recurso del agua

Aquí os presentamos nuestra última ponencia en el XII Congreso virtual sobre Historia de las Mujeres que se acaba de publicar. En este caso Manuela y yo estudiamos a mujeres emprendedoras de toda España que supieron aprovechar el recurso del agua y que se esforzaron por mejorar nuestra forma de vida. También tenéis fotos inéditas de Adela Pando y su molino hidráulico, cortesía del Molín de Adela, que bien merece una visita, y del constructor de turbinas de Blanca Antonio Molina Cano y también de baños del siglo XIX del Archivo Santos-Caballero.

La ponencia la tenéis en el siguiente enlace:

El recurso del agua. Iniciativas de mujeres emprendedoras 1878-1960

Primeras inventoras granadinas

Se acaba de publicar nuestra ponencia al XII Congreso virtual sobre Historia de las Mujeres, convocado por la Asociación de Amigos del Archivo Histórico Diocesano de Jaén. Congreso que está consiguiendo una proyección internacional por el número y la calidad de las ponencias. En esta ocasión, Manuela y yo hemos contribuido con la historia de las primeras inventoras que registraron una patente en la provincia de Granada. Mujeres emprendedoras e industriosas que dejaron su huella en al Archivo Histórico de la Oficina Española de Patentes y Marcas. Gracias a la archivera de Armilla hemos podido contactar con la familia de Concepción de la Fuente. Único testimonio que hemos encontrado de una mujer en España propietaria y gerente de un Taller de Carretería. En el artículo podéis encontrar fotos inéditas de este taller de Armilla (Granada).

Mujeres emprendedoras: primeras patentes de invención registradas en la provincia de Granada 1940-1965

Entrevista sobre «El Ingenio y los Genios de Murcia»

Programa: La Revolución Espectral sobre el emprendimiento en la Región de Murcia

Donde hablamos de inventores, inventoras y emprendimiento en la Región de Murcia gracias a nuestros proyectos: «Ingenio y Técnica en la Región de Murcia 1878-1966» y «Tecnología y Cultura en la España Moderna y Contemporánea». Analizamos la figura de algunos inventores como el Kaiser de los dulces, la inventora del Bidón Internacional de Aluminio Victoria Pérez Rivas y los famosos inventores Isaac Peral y Juan de la Cierva. Todo a partir del minuto 32′, aunque aconsejamos escuchar todo el programa sobre el ingenio y emprendimiento murciano.

El programa lo podeis escuchar y descargar en el siguiente enlace:

Programa de La Revolución Espectral sobre el emprendimiento, el ingenio y los genios de la Región de Murcia

Talleres de carretería. Oficios olvidados

Nueva comunicación nuestra en las Actas del VIII Congreso sobre Historia de las Vías de Comunicación, titulada:

Talleres de Carretería. Testimonios de supervivencia de un
oficio tradicional

La carretería es oficio antiguo que ha ido desarrollándose a lo largo de los siglos para adaptarse a las necesidades de una sociedad en constante evolución. A lo largo de los siglos ha vivido las transformaciones lógicas de los avances, pasando de ser incipiente negocio a veces sólo para autoconsumo de los propios carreteros, a tiempos de esplendor por ser imprescindibles para el desarrollo de la sociedad, multiplicándose este tipo de instalaciones, las cuales en su mayoría han sido la actividad familiar durante generaciones. Algunos descendientes han orientado sus conocimientos y experiencia para emplearla en profesiones acordes con la demanda actual, por ejemplo, en el ramo de la madera. Fue precisamente en este sector donde fue integrada la actividad de carretería cuando se pasó a legislar y organizar la actividad económica en España, acogiéndose a normas como el resto. Así poco a poco dejaba de ser gremial para entrar en los cauces y control de la profesión, tanto a nivel contributivo, escalafón profesional o formación, y mucho más…